Daban las 21:15 h, vestido con un traje de realce verde y acompañado de un combo de seis músicos; salió el rosarino para deleitar a un público, en su mayoría de los 35 pa´arriba, que se dejó complacer por todo un artista con 40 años de experiencia
No era un escenario imperial, sólo una pantalla y demasiado Rock and Roll. Un sonido sobresaliente en guitarras y una voz exorbitante que acompañaba al que decía: “Buenas noches Guadalajara”, que con la “Ciudad liberada” abría una pompa llena de nostalgia y la presentación de una nueva placa como pretexto para reencontrarse con una legión tapatía que le es fiel a su música.
“Aleluya al sol” y “Tu vida mi vida”, que es la carta principal de su última producción, sirvieron para que la gente que aún se unía a la ceremonia, entrara a la complicidad que Fito ofrecía; pues se venían una serie de temas que reventarían en una sola voz por los miles de asistentes que abrazarían cada uno de los clásicos.
“Naturaleza sangre”, “11 y 6”, “El amor después del amor” (en la que destacó la voz de la excorista de Gustavo Cerati, Anita Álvarez de Toledo), “Dos días en la vida” y “Un vestido y un amor” (cantada a piano por Fito solo), hicieron que el ritual ingente rompiera en una brecha multigeneracional que se sumaba a cada voquible que el argentino interpretaba.
Continuaban los nuevos temas y llegaba el turno para “Islamabad”, una canción caótica y de sonidos árabes que relajaron a Fito poniéndolo a bailar acompañado de su corista; “5758”, tema instrumental en la que se percibieron imágenes de la galaxia dio paso a “Las tumbas de la gloria”, que he de mencionar es mi hit y me hizo reventar en lágrimas por la melancolía impregnada en cada uno de sus acordes.
“Plegaria” y “Se terminó”, combinaban los temas clásicos, que aunque Fito mencionó resistirse a renovarse y seguir a la vanguardia, continuó con “Al lado del camino”, “Circo beat”, “Brillante sobre el mic”, “Ciudad de pobres corazones” y “A rodar mi vida”, emblemas que lo han acompañado a lo largo de su trayectoria.
Un encore compuesto por “Dar es dar” y “Mariposa tecknicolor”, culminarían la velada ante un ente que se resistía con un ¡Oé, oé, oé, oé, Fito, Fito!, a que Fito se fuera de nuestra ciudad, al que me resistía que Fito nos abandonara.
Por Eduardo Roel.
fotos: Alan Acevrod.
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