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La leyenda viviente, más representativa del punk en castellano, regresó a Jalisco cumpliendo todas las expectativas

Tanto se habló del regreso de Evaristo Páramos a Guadalajara. Su posible cancelación, las anomalías en el boletaje y el cambio constante de sede en las últimas semanas, fueron el detonante para desatar una tormenta de opiniones y comentarios, que más que ayudar aumentaban la desinformación, cuando siempre quedó claro que el concierto se haría sí o sí.

Entre dimes y diretes, los organizadores aseguraron el evento, después de cuatro cambios de venues que pasaron desde la aún no estrenada Arena Guadalajara, la Concha Acústica, el Teatro Estudio Cabaret y logrando, con dos días de anticipación, confirmar que el encuentro con el Salvaterrano Ilustre sería en el Sede Stage, para sorpresa de muchos.

La fila, el merchandising, miles de tapatíos y otros tanto foráneos, que oscilaban entre los 30 y 50 años, y que dejaron atrás las botas y las largas mohicanas, comenzaron a notarse alrededor de las 19:00h, no era un simple concierto de rock, la figura más representativa del punk en castellano regresaba, tras casi quince años de ausencia, y eso hacía que la vibra se sintiera diferente. 

La puntualidad fue la característica principal del evento. A las 20:00h, Los Monjo se apoderaron del escenario con su “rock basura” emitiendo temas como “Cobardes” y “Cerdos”, entre aires “eskorbutenses” que muchos asimilaron como  parodia o un tributo a los de Santurce, pero sorprendiendo con lo propio, tras 40 minutos de participación.

Las 21:00h fueron precisas para que la Tropa, integrada por Abel Murua (bajista), Iker IgeltzTripi” (batería), Alberto Salgado y “Kako” (guitarras), se posicionaran en la tarima, esperando al protagonista de la noche: “El Puto Amo”, seudónimo colectivo que le han impuesto a Evaristo Páramos, aun sin su consentimiento.

“Eeeeevaristo”, “Eeeeevaristo”… comenzó a retumbar; de pronto, de pie, acercándose al centro, ahí estaba, con 65 años en la espalda, el portavoz de la denuncia social, política y religiosa, golpeando el micrófono para declamar: “No disfrutamos en el paro, ni disfrutamos trabajando, ¡No!” de “Nuestra alegre juventud”, ante un conglomerado unido a su voz inmediatamente.

La variante entre todos los proyectos del “Flipas” se notó en el set list, “…O esclavos”, “Otra canción para la policía” y “Poesía”, mostraron la versatilidad de lo que se venía, pero era obvio que tenían que reinar las canciones de La Polla Records, pues “Delincuencia” se oía uniforme, y aunque “Come libertad” y “Un cigarrito para Humphrey Bogart”, hicieron muy bien lo suyo, “Come mierda” confirmó lo antes mencionado.

Hablar de los derechos humanos se evidenció en “Sin sitio para vivir” de The Meas, la crítica mordaz en “Así es la vida”, el inconformismo en “E por si muove” y “La gran engañada”, hasta que La Polla volvió a relucir con “Igual para todos” y “Puedes ser idiota”, ante un pogo que no cesó una tras otra.

Un momento de apaciguamiento llegó con “En el submundo”, pero los “Rincones” y “Tú más enérgica repulsa”, regresaban la energía y el movimiento, que volvió a dar calma con la llegada de “Todo arreglado”, culminando el bloque con la acelerada “Mucha muerte”.

Los himnos son bastante evidentes, esos son para todos y así se denotó en “No somos nada”, cuya frase principal se unía a los puños que se alzaban en cada repetición. “Obediencia”, “En la farra”, “Los siete enanitos”, “Fan pikutara”, “Campos de concentración”, “A tu lado” y “La última patada”, continuaron el recorrido, pero “La solución final” sonó desgarradora en su totalidad.

“Hemos venido a divertirnos” y “Gaseosa la clashera”, evidenciaron la ironía; la potente “Pijos powers” fue lo más célebre de Gatillazo, que hizo un doblete con la anti-oda al cigarro “Perjudicados”; la insistente de “Toda la puta vida igual”, colocó el punto final a la primera parte del show, dejando sedientos a los insistentes que no perdonarían no continuar.

Qué mejor elección que regresar en oración, “Salve”, es imperdonable que falte; un cover no está de más y Cock Sparrer se hizo presente con la versionada “Ángeles caídos”; la última de The Kagas fue “Vacaciones en Europa”; y el levantamiento y voladera de cervezas tenía que suceder con “Tuxs”; “7000 millones de personas no pueden tener un rancho en California” fue la elegida para culminar este bloque.

Todo estalló cuando el Evas anunció “Carne pa´ la picadora”, dando apertura a un segundo encore; faltaba una final de Tropa Do Carallo y la elegida fue “Vente a la mierda”; y aunque todos se resistían a que el encuentro terminara, “Esclavos del siglo XXI” fue la antecesora para que “Ellos dicen mierda”, que inició con una falla técnica y tuvo que volver a comenzar, cerrara colosalmente, sumando 42 canciones.

Críticas siempre hay, que si el sonido, la lejanía, el agotamiento de cerveza, el acomodo de las zonas, entre otras cosas. Para muchos, no solo será el concierto del año, si no de su vida. Aquí el tiempo se convirtió en el peor enemigo, quien diría que la espera de tantos meses pasarían volando, ojalá y no sea la última vez.

Texto: Eduardo Roel.

Fotos: Daniel Muñoz.

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